miércoles, 19 de agosto de 2009

LAS CUATRO PATAS DE UNA PELICULA


Por Alfredo Caminos

Decía un viejo y estudioso profesor de guión, allá por los albores de mi formación audiovisual, que una película era una mesa que tenía tres patas imprescindibles: la temática, la estética y la narrativa. Insistía, si esos pilares fundamentales se podían igualar en altura y calidad, la mesa se mantenía equilibrada.

Con el tiempo le sumé una pata más.
A fin de cuentas, las mesas de tres patas son excepcionales y a menudo reducidas a mesitas de jardín o mesas ratonas de la sala: bajas, inestables, dudosas, y a las que hay que manejar con sumo cuidado. Si se trata de un audiovisual, esa cuarta pata es “la combinación” de las otras tres, la manipulación, el trabajo de articulación entre la estética y la narrativa en una temática específica. Algo parecido ocurre con la imagen y el sonido.
El primero es un recurso indispensable y en eso se basa el cine, el segundo un complemento (es posible el cine con imagen sin sonido pero no lo es con sonido y sin imagen, al menos no se lo recomienda). Lo importante no es saber utilizar narrativamente el sonido o la imagen, por parte del director o el guionista, lo verdaderamente sobresaliente es el uso adecuado y creativo de la combinación de ambos recursos. La narración se basa en alternar, suprimir, resaltar, ocultar, postergar el uso de uno de los recursos frente al otro.

La combinación de la estética, la narrativa y la temática se dan de manera similar. Si damos preferencia a uno u otro estamos decidiendo el resultado que apreciará el espectador; y, al mismo tiempo, combinado los tres pilares o patas de la mesa fílmica, se magnifica la obra.

Algunos géneros tienen alguno de los recursos adheridos a sus características. El documental, por ejemplo, despreciará en principio lo estético para darle valor a lo temático. El musical priorizará lo estético (sonoro y visual); y, por otra parte, hay filmes basados en la narración casi con exclusividad, como la aventura y la comedia.

Podría decirse que la mayoría de las películas se basan principalmente en la combinación de dos de los pilares: narración y estética (Chicago, de Rob Marshall, 2002), estética y temática (La doble vida de Verónica/La doble vie de Véronique, de Krzysztof Kieslowski, 1991), temática y narración (Frost/Nixon, de Ron Howard, 2008). Esto no significa que a la mesa le falte una pata, todos la tienen, se trata de identificar las preferencias del autor en la utilización de alguno de los recursos. Incluso, de los propios filmes citados, podría decirse que tienen mucho equilibro y que los pilares se acercan bastante. El mayor fresco visual del cine, Amarcord de Federico Fellini (1973), sería un filme emblemático en el cual coinciden en importancia las tres patas de la mesa. O las cuatro, según estamos avanzando.

El uso de uno u otro recurso, la mezcla, la desigualdad, y el uso alternado de uno u otro, es esa cuarta pata que permite la riqueza, la originalidad y la cercanía con el arte y lejos de lo esquemático.

La falta de una de las patas no configura una mala película, de ninguna manera, significa una preferencia en la decisión. Las comedias para adolescentes, tan en boga desde que los jóvenes se convirtieron en los principales espectadores mientras que los mayores cambiaban a la televisión o al video hogareño, le dan prioridad a la narración y a la estética, lo mismo ocurre con los filmes de terror o de fantasía.

Lo interesante del análisis es la manera en que se da la gestación de un proyecto con respecto a las patas o pilares de una película. El guionista se concentra en lo temático y lo narrativo, y el director en lo estético y en la combinación de todos. Por suerte, no hay reglas estrictas, para que siga siendo un arte.

Lo que es evidente es que, a esta altura de teorías y manuales, se puede seguir analizando a las películas, como lo hicieron tantos teóricos, para estudiar la manera en que los creadores construyen sus obras, con más o menos libertad. Y, al mismo tiempo, descubrir como las producciones relacionadas con la búsqueda del entretenimiento esquematizan las estructuras para el espectador.

Más allá de cada guión, hay un cúmulo de recursos y detalles destinados a superar una narración simple para convertirla en un relato interesante. Con esta sencilla deducción sobre las cuatro patas de la película se inicia una serie de supuestos de lo que hay más allá del guión.

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