viernes, 20 de febrero de 2009

EL GUIONISTA ES UN MÉDICO ¿O UN CIRUJANO?

Publicado en Guionactualidad


Lunes 9 de febrero de 2009


Por Alfredo Caminos

Hace poco fui convocado a analizar narrativamente una película de largometraje. Ya se había filmado y estaba en su primera versión editada, sólo faltaba la música. El director y guionista tenía secuencias, escenas, tomas y muchas dudas.



Es normal que los guionistas o analistas sean llamados para evaluar un guión, un proyecto, una idea. Todos los elementos de la historia: los diálogos, los personajes, la narración, la tensión dramática. Pero también es cierto, al menos en Argentina, que se los llame cuando ya está la primera versión montada y, lógicamente, el director ha descubierto que le falta algo y no sabe qué. Necesita atrapar al espectador y el material editado se niega a hacerlo. En este caso, y no es la primera vez, no hay solución a esa altura, sobre todo si no hay ninguna posibilidad de nuevos rodajes.



Durante la visualización del material le solicité al autor que detenga la proyección aproximadamente cada 15 minutos para hacer anotaciones, preguntar alguna duda, de paso manifestarle como se “sentía” la tensión hasta ese momento y comentarle qué esperaba un potencial espectador, qué preguntas le estaba respondiendo el relato. Cuando la película terminó —eran 90 minutos— ya tenía claro el panorama. Y la respuesta. Y disparó esta médica reflexión. Le pregunté si deseaba un analgésico de venta libre, un remedio recetado para adquirir en una farmacia o pasar por el quirófano para remediar los males mayores. Y de paso, alguna lipoaspiración o cirugía estética para que luzca mejor.

Respondió, como era de esperar, una cirugía mayor; pero, una vez recibidas las explicaciones, comenzó a dudar de la necesidad de pasar por la anestesia, del costo de postproducción que tendría la operación, de la capacidad del cirujano editor.

Le asaltaron todas las dudas de un paciente que debe someterse a una intervención quirúrgica. O mejor dicho, la de un padre que tiene que autorizar la operación de un hijo.
¿Cómo hacer para que un personaje diga lo que tiene que decir si ya ha perdido las cuerdas vocales? ¿Cómo hacer para que alguien abra la puerta y huya si ya le han amputado los brazos? ¿Cómo reforzar la diégesis narrativa si las escenas son en una playa?

Si la consulta al médico se realiza antes de que vengan los temblores de las escenas, si los análisis clínicos para detectar los glóbulos rojos de los personajes se hiciera con tiempo, si el analgésico se administra de manera preventiva a cada secuencia, es posible que los males no lleguen a ser significativos ni que exista posibilidad de contraer ningún virus en cada plano.

El director me pidió una inmunización y mi respuesta fue explicativa: la vacuna se coloca en los primeros años de vida del guión, no cuando ya está enfermo de rodaje. Ahora sólo quedaba solucionar la narración con cortes y mutilaciones.

Acepta, hay demasiado en riesgo pero así es el proceso: cruel, doloroso, costoso. Al enfermo siempre hay que curarlo. Elimina el plano del pollito simpático que distrae el drama, olvídate de la música alegre en la escena más dramática del filme, tienes que buscar una pregunta inicial que atrape al espectador, debes hacer evidente el conflicto para que se espere una solución, no puedes comenzar con un clímax y decaer y falta la resolución de la segunda subtrama. Entonces llega la conclusión del director: debería haberte llamado durante la infancia para consultarte sobre las vacunas y prevenir lo que vendría. Sí.

También es verdad que las mismas indicaciones suelen darse en cada evaluación y asesoramiento durante la etapa del guión. Y la mayoría de los directores las acepta. Pero algunos se resisten: no puede ser, fumar no hace daño a la salud, como de más y el azúcar lo tengo bien, nunca me engripé. Sólo el guionista conoce que una mala alimentación y una mezcla inadecuada de recursos conducen a la falta de clímax y resolución; y, lo que es peor, no podrá mantener una adecuada tensión dramática que el espectador agradecerá.

A menudo hay que hacer de psicólogo y las recomendaciones son sencillas y bien intencionadas. La respuesta defensiva es que es sólo una opinión. Es cierto, es una opinión. Tarde será, después del lanzamiento, cuando los justificativos son que el público no entendió y que la crítica la destrozó. Después del estreno sólo se debería crecer con el éxito de los buenos cuidados, aprender de los errores con los excesos o… la autopsia.

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