Es muy fácil escribir alguna crónica desde España cuando hay titulares del diario “La Razón” de Madrid. Y sobre todo si su director, Francisco Marhuenda, hace un despliegue de soberbia por Twitter defendiendo su verdad amparado en el lenguaje propio del odio.
Muy temprano dejó sus saludos y orgulloso mostró su tapa del día. Una confusa mezcla de “aviso de intervención” que ilustra con una imagen de otro tema, de “los malos estudiantes que agitan a Educación”. La foto es clara, la espalda de alguien que mira un muro empapelado con las caras de cinco agitadores, a los cuales les hubiese gustado poner “enemigo” (como dijo el Jefe de Policía de Valencia) o terroristas o delincuentes como lo prefiere el ejecutivo de Rajoy.
Los currículum expuestos son dignos de santificarlos si los comparamos con el matador de elefantes que también había matado a su hermano, a los fraudes de los miembros de la realeza o jueces y banqueros corruptos miembros del partido en el gobierno. Si el pecado de los jóvenes es haber tardado mucho en estudiar debería haber mirado primero los antecedentes de sus propios periodistas.
Frente al despliegue incesante de lo indefendible en Twitter, donde tópicos de la tapa, La Razón y el propio Marhuenda, vibran al son de protestas a la provocación del diario y la razón inexistente, al propio director no se le ocurre otra defensa que escribir que “hay que huir del pensamiento único. Tenemos una linea (SIC) editorial y defendemos unos principios y valores”.
Y entonces nos preguntamos ¿de qué principios y valores está hablando? Frente a la sinrazón no hay otra explicación que es el fruto de un delirio, una soberbia que alienta persecuciones y digno del peor de los pasados europeos. Que lejos está de la razón un pensamiento que alimenta odio, racismo y divisiones alegando principios y valores.
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