Sabía que era una letra i, se miraba al espejo de la sala y se reconocía. Todo el mundo la observaba por la calle y la identificaba de inmediato. Esa letra i estaba cansada de ser lo que era, sencilla y de sonido agudo. Solía mirar con celos el diseño de otras letras más llamativas: con brazos, con curvas o con círculos. La i se veía pequeña, se sentía insignificante. Formaba parte del abecedario -ese listado tan extenso- y también de las cinco vocales. O sea, doble trabajo.
Un día quiso variar de posición e ignorar esa leve inclinación en el pie hacia la derecha.
Deseaba cambiar, por ejemplo: el punto abajo y el cuerpo arriba, o probar el sonido de la doble i. En ese trámite andaba, caminando por los pasillos de la burocracia en busca de las autoridades, cuando protestó uno de los signos de admiración. Con grandes exclamaciones, como es su costumbre: manifestó que la i pretendía imitarlo. La letra i siempre había tenido conflicto con el otro signo de admiración, el del punto arriba, pero esa disputa se había solucionado de una manera muy simple: el signo de admiración sería más largo y la i en mayúscula nunca podría usar un punto. Pero ahora la pelea no tendría una fácil solución. Definitivamente se confundirían si la revolucionaria i cambiaba de posición.
Todos los reclamos de las letras y signos se realizan ante un comité formado por la a, la b y la c. Estas tres letras son jueces del conjunto y por ello dan nombre al abecedario, en honor a este triunvirato que rige los destinos de nación tan original.
Sin embargo alguien se alegró de la idea de i: la letra j. Enterada ella de las pretensiones de i, se manifestó con aprobación. Esto evitaría ciertas confusiones que se generaban cuando alguien escribía la jota muy corta, o la i muy larga, o sin la clásica patita que diferenciaba a una de la otra.
Entonces, la letra i, cansada de esperar y molesta, propuso un diseño diferente: por ejemplo, algún brazo hacia a un lado -como señalando hacia la izquierda- o una cola más larga hacia abajo. Pero sobrevino el reclamo de la y, que se hizo oír en el acto. Esta letra expresó a viva voz que con un brazo a un lado se le parecería mucho y demasiados problemas hubo siempre con el sonido como para agregarle otra confusión.
Buscando una solución definitiva, y harta de sus colegas, a la i se le ocurrió dejar solo al puntito, suspendido en al aire como si flotara. Obviamente protestaron el punto y la letra o. De esta forma parecía imposible seguir adelante.
Los días pasaban y la i se sentía más molesta y nerviosa. Amenazó con convocar otras letras disconformes y enseguida fue tildada de subversiva. Se le unieron varias letras del abecedario: la v, que quiso tener cuatro brazos para ser más importante que la w; la n, en el mismo sentido celosa de la m; las siamesas ll quisieron separarse; la k quería mayor protagonismo, y por último la h, molesta con su apelativo de "muda". La rebelión no fue posible. Enterado el triunvirato que presidía el abecedario, amenazó con eliminarlas a todas de los usos y costumbres y por ello las rebeldes depusieron su actitud.
En esa situación de la contienda, la letra i volvió a mirarse en un espejo e hizo pruebas de posiciones en todos los sentidos y desde todos los ángulos posibles. En una de esas poses estaba cuando se vio erguida pero con la patita al revés, como la j pero más corta y no se parecía a nada conocido. Estaba triste. Se inclinó apesadumbrada y se le cayó el punto, trató de alzarlo y para ello se puso invertida. Inclinando su cabeza de lado a lado miró en el espejo la forma extraña parecida al número 7 o al número 1 pero con un punto abajo. Sonrió.
Un pequeño grito de alegría acompañó su ingreso a las oficinas de los regentes, eufórica les mostró un dibujo de cómo se veía y consiguió la aprobación. Por ello, a partir del próximo año, todos tendremos que escribir la i de otra manera, como un siete con un punto abajo.
En estos momentos protestan los fabricantes de ordenadores, las hojas de papel ya impresas y los chinos y japoneses porque la nueva letra se parece a un insulto de su escritura. Pero eso es otra historia.
Nota aclaratoria:
Cuento incluido en el libro “Tusitala, el narrador”:
Título: Tusitala (El narrador)
Autor: Varios autores
ISBN: 84-934056-7-1
Editado por: Adamar Ediciones
Fecha: Junio, 2005
Se puede adquirir en la tienda online (http://www.escueladeescritores.com/)
Y publicado por Escuela de Escritores en su sitio: http://www.escueladeescritores.com/article111.html.
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