domingo, 30 de septiembre de 2012

Un policía de Madrid

Cuando llegó a su casa era muy tarde, o muy temprano, según como se mire, porque faltaba muy poco para la salida del sol. El policía abrió la puerta y la cerró golpeándola, sin la menor consideración por la hora avanzada de la madrugada. Estaba muy cansado y eso era más importante que el descanso de los demás.

Su mujer lo esperaba dormitando en la mesa de la cocina, se había quedado allí, como otras noches, a la espera para ofrecerle la cena. El policía la despertó tocándole la cabeza y le avisó que se daría una ducha mientras ella calentaba algo para comer.


Cuando salió del baño le preguntó qué hacía levantada siendo tan tarde. Ella sólo dijo “Es que llamó tu madre…” y él la interrumpió con un “Después me lo dices, espera que tengo que contarte algo”.

Y comenzó una larga exposición que matizaba con gruñidos, risas y movimientos de manos; gestos que eran mezcla de rabia, alegría y grosería. La mujer seguía intentando hablarle pero era imposible, mientras avanzaba en el relato más se encolerizaba. Hasta que dijo, como haciendo una pausa:
—Creo que no notaremos la falta de la paga de Navidad, voy a cobrar muchas horas suplementarias si esto sigue.

Y siguió con sus recuerdos. Dijo estar muy cansado porque había pegado a varios cabrones que se animaron a desafiarlo, se burló de un compañero que recibió un puntapié de un manifestante, y agregó que lo vengó dejándole una gran marca en la frente. “La marca España”, ironizó. Se puso de pie y representó la escena de un manifestante que pedía clemencia y él no se la dio. Contó con lujo de detalles cuando apaleó a una jovencita y luego al novio que intentó defenderla, rematando con una frase reflexiva.
—Ahora seguramente se amarán más— y explotó en una carcajada.

La mujer le sirvió un plato caliente, lo observaba media dormida y acostumbrada a esas narraciones nocturnas. Intentó una frase:
—Llamó tu madre.

Pero él no la escuchó, recordó otro episodio que lo hizo fruncir el ceño. Dijo que un comerciante había defendido a unos manifestantes y que lo había dejado en ridículo. Reconoció que no le pegó por lástima pero que volvería y se lo haría pagar. Después se acordó de un amigo que seguía haciendo las pruebas de inmovilizar detenidos con solo ponerle su rodilla en el cuello.
—Y lo consigue, el muy cabrón. Tengo que aprender bien esa técnica, es muy divertida, te deja las manos libres para seguir pegando si alguien se acerca.

El policía de Madrid se acordó de sus hijos y preguntó por ellos. La mujer aprovechó para decirle que estaban durmiendo pero que ella lo había esperado para decirle lo de la madre. Él ni la escuchó. Volvió a sus pensamientos y narró como persiguieron a unos jóvenes pegándoles en las piernas y cuando se caían los pateaban. A algunos los ponía entre dos furgones, para que no haya fotos, y los volvían a patear. Se lamentó por la cantidad de cámaras que había, que era una verdadera pena porque no lo dejaban trabajar tranquilo. Se alegró de los policías infiltrados en la manifestación, así preparaban mejor el terreno y se ponía calentito. Justo en el momento en que hay que entrar en calor. Y luego se lamentó de uno que atraparon por error y lo golpearon.
—Como no lo íbamos a confundir si nos tiró unas piedras.

Luego volvió a hacer unos raros números mentales de la paga suplementaria que recibiría por esas horas extras de trabajo. Y de pronto se acordó de la mujer, aburrida en la otra punta de la mesa. Le preguntó porqué se había quedado hasta tan tarde levantada.
            —Llamó tu madre, dijo que tu padre está en el hospital.
—¿Qué le pasó?
—Recibió un golpe en la manifestación, estaba protestando por los recortes.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pue muy bien, se te ha olvidado decir que después violó a su mujer y despertó a sus hijos a patadas después de escaldar al gato.
Ese policía cobra la mitad que tú y protegería tu casita de verano, pijo burgués.

yomesmo dijo...

...desgraciado el ciudadano que cae en manos de esta gentuza corrupta, podrida y uniformada y si hablarmos de los represores, groseros manipuladores del tricornio, "apaga la luz y vamonos" esos tienen a sus costillas, desde que existen hasta ahora mismo, un tendal que tiembla Dios.

Anónimo dijo...

A mi lo que me preocupa son los policias infiltrados que encima son detenidos, se les detiene por la cara o se les detiene porque la montan

norberto dijo...

Cabrón. Ese "pijo burgués" no se oculta en el anonimato como vos, "valiente".
Norberto

Anónimo dijo...

Hay ojos apasionados que no pueden leer que se trata de "UN" policía y que el relato es una ficción. Pasa que el parecido con la realidad es demasiado ¿no?

ljrodero dijo...

Quería compartir el post en Facebook, porque me parece muy bueno, pero cuando lo intento siempre sale como resumen el comentario número 1. ¿Hay alguna forma de hacer que no aparezca?

Alfredo Caminos dijo...

ljrodero:
Desconozco, creo que no se puede pero no importa que salgo el primer comentario, si bien es algo torpe ya le han respondido con el comentario nº 4. Digo, para no hacer censura.