domingo, 24 de junio de 2012

Hugo Moyano y su Plaza de Mayo


A menudo me pregunto porqué no hay películas sobre sindicalistas argentinos. Y tengo que corregirme, sí hay, varias, y creo no equivocarme si digo que la mayoría son documentales sobre Agustín Tosco. Un gremialista que supo interpretar la lucha de clases y llevó a cabo una docencia de militancia y ejemplo. Y pagó con la cárcel su capacidad de rebelión.


Pero Argentina tiene muchos sindicalistas que merecen una o varias películas, incluso de ficción, que testimonien su paso por la Historia. A fin de cuentas, la Historia audiovisual debe construir un un iverso que explique de dónde venimos y lo qué somos.

Acto I

Una nueva convocatoria a Plaza de Mayo para el miércoles 27 de junio, en un marco parecido a una huelga que pretende ser general, por parte de Hugo Moyano, titular de la CGT y que cuenta con el apoyo de algunos gremios. Me vuelve al pensamiento la falta de películas que puedan explicar a los ciudadanos quién está detrás de cada acción. Y sin memoria histórica, muchos, especialmente la clase media, corren el riesgo de seguir los pasos de la convocatoria guiados por un error. El conflicto narrativo es, entonces, explicar todo lo que se juntará en la Plaza de Mayo el próximo miércoles.

Acto II

El sindicalismo ha tenido muchos nombres conocidos: Triaca, Vandor, Rucci, Ubaldini, Barrionuevo, Lorenzo Miguel, Pedraza, etc. Todos tienen un común denominador, su origen militante es el peronismo. Con diferencias sustanciales se enriquecieron y lograron, al mismo tiempo, beneficios para sus gremios o el conjunto de los trabajadores. Todos dignos de ser personajes de alguna película. Han tenido también diferencias entre ellos, más cerca o más lejos de Perón, han traicionado y han reclamado siempre una cuota del poder. Tengo que hacer aquí la excepción de sindicalistas dignos, también, de ser personajes de otras películas, aunque no vinculados a la tradición del peronismo: “El perro” Santillán, Salamanca y Ongaro.

Hugo Moyano, desde el Sindicato de Camioneros primero y luego desde la CGT, no se ha diferenciado del grueso de sus compañeros. Artífice de un contraste sustancial con los “gordos” pudo construir su propio espacio y reclamar, como corresponde a un “buen” peronista, su cuota en el poder. Fue funcional a la construcción del Frente para la Victoria mientras Néstor Kischner se construía a sí mismo como alternativa. Moyano participó del cambio operado en la Argentina en los últimos años, un cambio de estilo y una aceptación del consumo como motor de la producción.

Hasta que reclamó su cuota de poder. Claro, una cosa es buscar cambios para subir y otra distinta es estar arriba. Hasta que llegó un acontecimiento fundamental, la muerte de un obrero ferroviario afiliado al Partido Obrero en manos de un instigador del propio gremio, al cual Moyano pretendía defender o justificar. Esto derivó en la ruptura definitiva con Néstor Kirchner y hasta se relacionó su muerte con una discusión con Moyano la noche anterior.

Lo que sigue de la película son escenas esperadas. La construcción del movimiento detrás de Cristina Fernández no era funcional a Moyano. Hasta fantaseó (la prensa opositora) con la idea de la vicepresidencia. El camionero quiso su cuota en la lista de diputados. Aparentemente, Moyano se pensaba como líder legítimo del peronismo en una confusión habitual: creer que todos los argentinos son afiliados a alguno de los gremios que controla. Las elecciones de octubre del año pasado le demostraron lo contrario. Cristina no cambió y Moyano quiso volverse opositor, como una medida de presión para que todo vuelva al cauce de sus oficinas. Como una elipsis, vuelve a sus comienzos de los 60 y 70 y prefiere denunciar y acosar a sus socios en el partido antes que negociar.

Acto III

Moyano ya siente que tiene que irse del sindicalismo y tendría que partir sin construir un movimiento que lo pueda poner en la Historia como un ser pensante y estratega. La noche se le acerca, y como todo contrincante visualizando un enemigo, carga con la única persona que le arrebata los posibles seguidores. Tiene muchos enemigos, pero elige sólo uno que, para mayor contraste, es mujer.

Inventa un reclamo, consigue adhesiones y logra un paro. Una huelga con cortes de rutas para revivir las andanzas de los terratenientes allí por el 2008: cerrar caminos y producir desabastecimiento. En el clímax de la historia y en el fulgor del reclamo, Cristina Fernández regresa de la cumbre Río+20 de manera imprevista y Moyano retrocede. No puede combatir con sus habituales “fuera de la ley”. Como último lugar de combate elige la Plaza de Mayo, la que se llenó sin él en varias oportunidades desde la muerte de Néstor.  Quiere combatir y sentirse dueño del poder, aunque más no sea por un día. Y luego, obviamente, el ostracismo o reclamar su cuota de poder en caso de tener muchos seguidores.

Se preparan todos los antiK que salen desde abajo de las piedras. Es tan heterogéneo el reclamo que debería mover a sospecha. Que la Mesa de Enlace vaya con Cecilia Pando no debe extrañar a nadie, que los aplaudan los promilitares que sueñan con una nueva dictadura, tampoco. Que los de izquierda se sumen a los seguidores de Solanas, tampoco debería extrañar. Pero cada sector debería hacer su autocrítica si se suma en una plaza a otro sector donde nada los podría juntar.

La izquierda marchando junto a Cecilia Pando y la “caceroludos” que reclaman comprar dólares, ¿no se merece pensarlo dos veces? La derecha reaccionaria marchando al lado de los camioneros ¿qué es? Que los de Binner vayan con la Mesa campera no extraña, pero al lado de “los moyanos” están buscando, quizás, tener su cuota en el nuevo reparto. Por otra parte, los camioneros y sus actuales seguidores de la burguesía no desean a los de izquierda, pero les viene bien sumar gente a la Plaza. El único que parece feliz es Moyano, precisamente porque logra agrupar a diferentes sectores antiK para su rebaño, soñando quizás en un nuevo “moyanismo”.

La clase media, de izquierda y de derecha, alejada de la razón, será utilizada una vez más por el sencillo error de no mirar la Historia y tratar de ver el caos en lugar de la realidad. ¿Será que todos se quieren montar en una espiral de triunfo siendo esta vez funcionales al poder que quiere construir Moyano? Clarín usa a Moyano y Moyano cree estar usando a Clarín. La izquierda es usada por Moyano pero cree que usa al camionero. Prendido al alfiler de cualquier solapa marcha el PRO, la izquierda y Libres del Sur no vacilan en marchar juntos imaginando un enemigo común.

Y así, todo fluirá en una plaza histórica y política. Pero, a veces, es más grave la ceguera histórica que la ceguera política, porque estos ciegos sólo se afectan ellos mismo pero aquellos afectan al conjunto de la sociedad. Quien alienta algún reclamo, posiblemente con justicia, debería pensar dos veces antes de alentar la concurrencia para apoyar a Moyano. Salvo, claro está, que comulgue totalmente con las ideas del camionero y propicie el retorno a los años de pactos contra la población.

Tampoco nos engañemos, también en Argentina hay mucha gente que desea un golpe al estilo de Paraguay o más sangriento aún. Simplemente porque odian la construcción política, el valor de la democracia y la falta de respeto al adversario. Seguramente muchos tendrán poderosas y justificadas razones para protestar el próximo miércoles. Y los alienta mirar los titulares de los medios al día siguiente.

Los medios españoles, tan proclives a repudiar “lo latinoamericano”, dejarán caer las bases de una revolución en las pampas ignorando, ex profeso, la larga marcha de los mineros asturianos. Pero esa es otra película.

1 comentario:

Adrián dijo...

Un muy buen articulo que refleja la realidad de Argentina. Desde Buenos Aires un saludo de Adrian