sábado, 20 de septiembre de 2014

Los días del conversador

Se había cansado de la tarea habitual: ir y venir por la casa y por las calles en busca de que lo cotidiano no sea tan constante. Se decía a si mismo que ya era hora de buscarse una tarea más acorde con lo que le gustaba hacer: conversar.

Así fue como un día cambió las costumbres y entró en un bar. Un bar con una decoración agradable, vistosa, sin televisores ni música fuerte. Buscó la mesa más alejada y cuando pidió el café le explicó al mozo que venía a conversar y que se quedaría mucho tiempo, lo suficiente para escuchar y charlar con quién quisiera.