Francia tiene una larga tradición en cinematografía, tanto, que contiene en su Historia la propia invención del cine si nos centramos en aquella función en sala que marca la primera exhibición pública, allá por diciembre de 1895. Salteando, obviamente, la pretensión norteamericana de atribuirse la invención en 1893. Más allá de esta discusión, la importancia de los hermanos Lumière, como responsables de la creación técnica y artística, y la continuidad en George Meliés con preferencia en el montaje narrativo, son los primeros años de una vinculación directa con el invento y la tradición narrativa audiovisual (aunque en estos comienzo fuese solamente visual).
Por tanto, el cine es de Francia como origen. Y parece que ese espíritu se ha contagiado a multiplicidad de escuelas, estilos y tendencias, como así también a personalidades relevantes del quehacer cinematográfico, no sólo de Francia sino de todo el mundo. Nombres franceses como, por ejemplo, Jean Renoir, Jean-Luc Godard, François Truffaut y Alain Resnais, pertenecen a la Historia universal de la Cinematografía. Se suman a la narrativa y aportan valores innegables de estilos particulares que obedecen a la forma francesa del cine en lo que se refiere a estética y narrativa.
De esa Historia con nombres importantes han surgido nuevos y valiosos directores que permite identificar el cine de Francia en la cartelera del cine actual. Y, posiblemente, el más prolífico de los realizadores actuales sea François Ozon.
¿Existe un cine francés? Sí, sin lugar a duda. La historia así lo ha demostrado y, además, fruto, quizás, de la oposición a lo anglosajón, terminó por aportar algunos rasgos originales en la producción cinematográfica francesa. Con películas ligadas a la modernidad narrativa, a la estética cuidada más cerca del cine del Este que del centro de Europa, y con un compromiso político relevante y significativo. Que lo acerca más al cine italiano y al polaco, incluso al cine latinoamericano. El cine de origen francés es un cine particular, que bucea en el presente, indaga en el pasado y recrea un mundo de conflictos humanos; antes que la historia de acciones están las vivencias de los propios personajes. Y esto es casi una regla general de buena parte de Europa y, obviamente, también de los franceses. Y de Ozon.
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