La dulzura sólo dura quince minutos, mas o menos. Así es el comienzo de “La caza” (Jagten, Dinamarca, 2012) del danés Thomas Vintenberg, eterno cofundador del Dogma95 que maravillara con su primera “La celebración”. Y si en ésta estaba en juego la moral y las malas costumbres dentro de un ámbito familiar, con “La caza” lleva ese juicio a la sociedad.
Sociedad
que no vacila en juzgar, condenar y ejecutar lo que la moral manda,
no lo que la verdad señala. La soledad no es compatible con la
sociedad, tampoco la verdad, ni siquiera la amistad. Derrumbe que
llega en noviembre, se traslada a diciembre y se vuelve imposible de
superar en la navidad. No se puede mirar este dolor sin juzgar al
conjunto social, eterna condena de condenados. Y allí va es grupo
pueblerino, derrochando violencia desde el poder ¿poder? que le
otorga ser un grupo, o muchos, o mayoría.
Repasamos
todos los hechos violentos de los últimos días, los últimos meses
y los años recientes. Toda una gran violencia que nace de la premisa
“no me gusta que sea así”, como a la caza del distinto, del
diferente. El protagonista se vuelve ciervo vagando entre los árboles
a la espera del cazador.
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