Capítulo
6: Pánico
El
fiscal no respondió, miró el techo y guardo un largo silencio. El
psicólogo lo dejo pensar por un largo y tedioso momento. Hasta que
le repitió la pregunta: “¿Dejar la terapia cuando se siente
acosado y con pánico?”
El
fiscal volvió a relatar el encuentro con los familiares de las
víctimas del atentado al tren, y de cómo repetía frases sin
sentido y de cómo ellos le preguntaron si se sentía mal. El fiscal
se había sincerado y les había comentado sus temores, su pánico,
sus miedos. Tanta sinceridad lo convertía en vulnerable, ahora
estaba a merced de los abogados que podían desplazarlo de la causa.
Y eso lo aterraba.
El
psicólogo lo entendió y le prometió redoblar las sesiones pero el
fiscal fue más allá, dijo que dejaría de venir, había encontrado
un descanso en salir a divertirse, con amigas y amigos, viajes y vida
libre de todo. Insistió, era la mejor manera de distraerse de las
preocupaciones y olvidar los ataques de pánico. “No se olvidarán”,
le dijo el psicólogo, y comenzó a explicarle que en el momento
menos esperado volverían a salir y, obviamente, las consecuencias
eran imprevistas.
Cumplió
la promesa, el fiscal nunca volvió al psicólogo a pesar de que los
temores volvían a visitarlo con frecuencia.
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